Las cremas de frutas (especialmente limón, lima, naranja y frambuesa) son dulces tradicionales en Inglaterra desde el siglo XIX. Se solían servir a la hora del té para acompañar o rellenar tartaletas y scones, unos panecillos generalmente dulces que se sirven con el té. Estas cremas se caracterizan por un mayor contenido en fruta (zumo y ralladura) que los rellenos de pasteles, y por tanto por una mayor intensidad de sabor. Son una interesante alternativa a las mermeladas, una variación de textura y sabor para no aburrirse del mismo desayuno cada día.
Típicamente las cremas de frutas se conservaban poco tiempo y por tanto se elaboraban en cantidades pequeñas. Ahora, gracias a las refrigeración, podemos guardarlas algo más en la nevera, hasta unos 10 días.
En mi casa siempre se tomaba crema de limón de vez en cuando, generalmente hecha por alguna de mis tías que venían de Galicia. Utilizaban los limones que crecían en el limonero del patio, y eso les daba un sabor especialmente bueno, así como el más auténtico certificado ecológico posible: el saber de dónde viene el producto que comes.
- Ingredientes (para un bote de unos 500 ml)
- 3 o 4 limones: ralladura de la cáscara y el zumo.
- 200 g de azúcar.
- 3 huevos
- Opcional: 40 - 60 g de mantequilla.
- Preparación
Lo ideal, sin querer ser pesados, es utilizar limones de origen ecológico o conocido en esta receta. Lleva una buena cantidad de ralladura de piel de limón, y los limones comerciales convencionales llevan cera en la piel, así como antifúngicos (el llamado Imazalil, del cual se puede ver información química en ésta web). No me lo invento, viene escrito en la etiqueta de la redecilla de las naranjas y los limones del supermercado (miradlo aquí).
Etiqueta de una bolsa de naranjas. ¡Viva el Imazalil! |
Es repugnante, en mi opinión, y no entiendo como por simple estética le añaden esos productos químicos a algo que nos vamos a comer. No creo que con el lavado se elimine por completo esta presencia, pero es lo único que podemos hacer (si no compramos ecológico).
Después de este paréntesis de mal rollo, para que engañarnos, y si no se te han quitado las ganas de comer cítricos convencionales ;), sigamos con la preparación de la crema de limón...
La elaboración de la crema de limón es sencilla, pero hay que tener un poquito de paciencia para que salga bien. La textura de crema se logra gracias al cuajado de los huevos a una temperatura relativamente baja, de entre 65 y 70 grados. Por eso, si nos queremos dar demasiada prisa podemos encontrarnos con una tortilla de limón ;)
Empezamos rallando la cáscara de 3 limones y la guardamos. Mientras tanto exprimimos el zumos de los mismos limones. En total la idea es tener unos 200 ml de zumo de limón.
Ponemos una cazuela con agua a calentar para luego introducir un cazo dentro a baño maría, donde vertemos el zumo y la ralladura de los limones. Añadimos aquí el azúcar y removemos bien para que se disuelva.
Batimos los 3 huevos a modo de tortilla (bien batidos) y los incorporamos al cazo. Ahora la clave es remover sin parar mucho, vigilando si se puede la temperatura con un termómetro. Si tenemos uno, nos fijaremos en el momento en que se ronden los 68 o 70 grados y nos mantendremos en esa zona unos 10 minutos dando vueltas.
En caso de no tenerlo, simplemente nos aseguramos de que el agua del baño no está muy fuerte (que no llegue a hervir) y removemos durante unos 10 a 15 minutos, hasta que veamos que la crema se ha espesado. No tiene que alcanzar la textura final, ya que al enfriar espesará más.
Lo retiramos del baño pasado ese tiempo. Se puede colar si se quiere por si se hubiera formado algún grumillo de huevo más solido, pero si lo hemos hecho con paciencia y removiendo no habrá ninguno. Añadimos la mantequilla si queremos (así se hace en Inglaterra, pero es optativo) y removemos bien para que se disuelva en la crema. Vertemos en un tarro de cristal y dejamos enfriar.
Se guarda en nevera no muy fría (en la puerta, por ejemplo) hasta unos 10 días. El huevo está cocinado así que tampoco es tan problemática su conservación al llevar además bastante ácido cítrico.
- Recomendaciones
Está deliciosa por sí sola, a cucharadas, así que mejor controlarse o no nos durará más de un día. Lo ideal es comerla con galletas, con una crépes para desayunar o encima de un poco de helado de chocolate o menta. ¡Disfrutadla!
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