viernes, 1 de febrero de 2013

A la rica (y esponjosa) magdalena

Por fin hemos atacado las magdalenas. Era la típica cosa que habíamos pensado varias veces y que habíamos medio emulado alguna vez haciendo muffins, es decir una especie de magdalena (porque tiene esa forma y tamaño) pero densa y más pesada. Pero una magdalena ligera y aireada, esponjosa, que se chupe un cuarto de taza de leche cuando le sumerges... esas no. Y había muchas ganas. Ahora, gracias a Internet y a Webos Fritos y su cruzada por la buena magdalena, lo hemos logrado.

Magdalenas caseras muy esponjosas y deliciosas

Ahora por fin lo hemos logrado, un par de veces, y las dos veces han quedado deliciosas y con muy buena textura. Tal vez se desmigasen un poquito, pero estupendas. Las primeras, de las que no hay foto pese a que quedaron más fotogénicas, eran sencillas, sin nada especial (pero estaban increíbles) y las últimas (que salen en la foto) llevaban pepitas de chocolate y azúcar por encima. Igual por esto estaban menos bonitas, no sé... Pero ricas si que estaban, ¿eh? ¡Y mucho! Os recomiendo claramente que las probéis.


Creo que la clave está en respetar bien las proporciones de ingredientes y en batir los huevos muy, muy bien. Si se hace eso el éxito es casi seguro. A veces no se tiene todo exactamente como pide a receta y hay que improvisar un poco. Merece la pena hacerlas igualmente, pero puede que haya pequeños cambios, como nos ha pasado a nosotros. No teníamos azúcar blanca y pusimos morena (cambio), los huevos pesaban más de 200 gramos y redujimos el aceite para tener el mismo líquido (cambio) y así...jejeje, pero eso es lo divertido de la cocina, ¿no?

Vamos a echar un ojo a la receta...


  • Ingredientes (en orden de aparición ;-)
    • 200 g. de huevos, que vienen a ser como cuatro.
    • 200 g. azúcar blanco
    • 50 g. de zumo de naranja (media naranja exprimida, más o menos)
    • 200 g. de aceite de oliva
    • 220 g. de harina
    • Ralladura de una naranja (conviene rallarla antes de hacer el zumo, luego es más complejo)
    • 1 sobre de levadura (15 g)
    • Un poquitín de sal
  • Preparación
Como decía antes, es clave respetar el orden, las cantidades y los pasos de la receta (o eso creo...jejeje).

Para empezar, un truco muy bueno es que para montar los huevos enteros con el azúcar se puede hacer en un bol grande que esté parcialmente sumergido en otro cacharro con agua templada o calentita. De esta manera evitamos que el cuenco esté frío y suben más y mejor. Además, si utilizáis una batidora con el accesorio de varillas de montar nata (como nosotros) se produce un efecto increíble: Con la fuerza centrífuga que genera la varilla al rotar en un lado del bol con la masa, y como el cuenco está suspendido en agua (muy poco rozamiento), resulta que el cuenco se pone a girar por sí solo, produciendo un efecto similar a una amasadora Kitchen Aid, por ejemplo. Es decir, las varillas rotan sobre si mismas bastante deprisa y el cuenco lo hace en torno a su centro a la vez, de manera que no hace falta ir moviendo el brazo de la batidora por toda la mezcla porque ella solita va pasando por debajo de las varillas. SI, suena extraño y un poco de ciencia ficción, pero si me acuerdo, la próxima vez grabo un vídeo y lo cuelgo para que veáis la Kitchen Aid casera ;-P Ya estoy ideando una heladera casera para el verano, con agua helada en vez de caliente debajo del cuenco, jejeje.

Pero bueno, ¡al grano! Empezamos por montar los huevos con el azúcar y el zumo de naranja en el bol templado (de la forma que sea). Para eso usamos, idealmente, una batidora con varillas a buena velocidad y unos 5 o 6 minutos. Que la cosa acabe espumosa y con aspecto de ligera.

Añadimos entonces el aceite de oliva y mezclamos otro poco, sin pasarse.

Pesamos la harina, la mezclamos con la levadura y la sal y la añadimos tamizada. ¡Ojo! Yo siempre he pasado un poco de esto de tamizar las harinas, pero en este caso al menos es importante para que no se formen grumitos, ya que no vamos a mezclar en exceso la masa para no desmontar los huevos.

Una vez tamizada toda, la mezclamos pero ya SIN varillas, o a baja velocidad, que no queremos destrozar el esfuerzo anterior. Lo justo para que se incorpore todo bien. Añadimos la ralladura de naranja.

Preparamos unos moldes para magdalenas, ya sean de silicona, metálico con cavidades, flaneras... y vamos rellenándolos con la masa hasta los 2/3 o 3/4. Hemos probado más y menos llenos, y creo que nos gusta más llenando 3/4 que 2/3 (es decir un poquito más llenos), pero esto haciéndolo todo a ojímetro, claro, y con el riesgo de desbordamiento ;)

Nota extra: Una de nuestras nuevas seguidoras, Sofía, nos ha comentado el resultado de una comparación entre moldes de silicona y metálico con 6 cavidades. El metal da mucho mejor resultado, la masa sube más y mejor, el copete de la magdalena es mucho más chulo. Así que ya sabéis, si no tenéis molde aún, id a por el metálico.

Una vez llenos, los metemos a la nevara un mínimo de 30 minutos. Así suben más :) 

Calentamos el horno a 250º y cuando esté, bajamos la temperatura a 220º y metemos los moldes de magdalenas fríos de la nevera. Previamente los espolvoreamos un poco con azúcar blanco, pero creemos que esto debe hacerse en forma de media luna, porque si cubres el centro en exceso, luego no sube bien en el horno y quedan más feas (esto nos ha pasado en las segundas que hicimos). Este apunte nos lo hizo nuestro compañero David muy sabiamente. En todo caso, mejor poner poco por encima, que suben mejor.

En el horno estarán entre 15 y 20 minutos, en función de cada aparato. Hay que probar!

Magdalenas caseras muy esponjosas y deliciosas

Están estupendamente buenas, se desayunan que da gusto, dan ganas de comerse tres cada día ;) Y ademñás son bastante sanas para ser un bollo, ¿no? Así que nada, a magdalenear!! Y poned vuestras opiniones y experiencias en los comentarios, que hace mucha ilusión!


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