El bizcocho de zanahoria está de moda. No hay más que darse una vuelta por los cafés más modernitos del centro de Madrid para ver unos cuantos modelos, todos similares, de esta clásica tarta de origen dudoso (se habla de Göteborg en Suecia, con un posterior éxito masivo en Estados Unidos en los años 60).
En cualquier caso, lo que sí se sabe es que el uso de la zanahoria en repostería viene ya de antigua, cuando los endulzantes como el azúcar eran un bien caro y restringido a las clases más pudientes. El dulzor de la zanahoria ayudaba a dar un sabor agradable sin necesidad de caros productos. Además, ya de paso, la cocción de la zanahoria dentro del bizcocho le aporta un espesor y humedad característicos.
La verdad es que este bizcocho es delicioso, tanto más húmedo como más seco, con la clásica cobertura de queso crema que le da aspecto de tarta o a palo seco para el desayuno. Nosotros siempre hacemos esta última variante, más que nada por un tema de conservación ya que nos dura varios días (hasta una semana) y lo dejamos fuera de la nevera, con lo que una crema a base de queso no sería la mejor solución ;)