Nos gusta hacer nuestros propios bizcochos y bollería para el desayuno. Hace un tiempo comprábamos los típicos bollos y magdalenas del supermercado, pero poco a poco nos fuimos cansando de los mismos sabores anodinos y, sobre todo, de leer largas listas de ingredientes de dudosa calidad e incomprensible utilidad. ¿Por qué necesita conservantes un bollo si me lo voy a comer en, pongamos, 5 días? ¿por qué no son capaces de darle a una magdalena un color natural atractivo y necesitan colorantes? Nunca lo entenderé, aunque imagino que es parte del procesado industrial. Por supuesto lo peor es el uso indiscriminado de grasas parcialmente hidrogenadas (info en la revista Consumer) que en un proceso casero son absolutamente innecesarias.
En este caso nos hemos decantado por un bizcocho con un poco de chocolate, tipo mármol. Leyendo por la red, dimos con una receta que nos pareció interesante en el blog Al Calor de un Bizcocho y sobre ella hicimos algunas modificaciones, como no podía ser de otra forma... ¡eso es lo divertido! Hemos cambiado la harina, hemos añadido el zumo de una naranja, menos mantequilla... ;-)
La principal novedad fue que cambiamos algo más de la mitad de la harina (de trigo en el original) por harina integral de espelta. Últimamente se habla bastante de la espelta, lo que es una buena noticia. La espelta es un tipo de trigo primitivo o antiguo (en concreto Triticum spelta) que pese a sus bondades ha estado cerca de la desaparición en muchas zonas debido a su menor productividad en comparación con el trigo común y sus menores posibilidades industriales (menor contenido en gluten, inferior fuerza). Sin embargo, con el relativo auge de la agricultura ecológica, la espelta ha tomado fuerza en los últimos años. Es una variedad de trigo muy resistente y bien adaptada a las condiciones de las zonas en las que se ha mantenido y por tanto muy adecuada para su cultivo sin uso de fertilizantes ni pesticidas químicos. Su sabor es sutil, diferente al del trigo y muy rico. Otorga a los panes una miga más prieta, más abizcochada, y pese a su menor fuerza es perfectamente panificable (se puede utilizar desde el 1% al 100% en una hogaza). Su precio es elevado para lo que la gente suele estar (mal) acostumbrada gracias a la mecanización y el petróleo, pero su calidad merece una prueba como poco.
- Ingredientes
- 110 g de mantequilla
- 180 g de azúcar (100 gramos moreno y 80 gramos blanco)
- 3 huevos
- 145 g de harina de espelta integral.
- 100 g de harina de trigo.
- 2 cucharaditas de levadura química.
- 1 cucharadita de bicarbonato.
- 1 cucharadita de azúcar vainillada o unas gotas de vainilla líquida.
- 1/2 cucharadita de sal.
- 2/3 de taza de buttermilk. Nosotros usamos leche con el zumo de un cítrico (usamos naranja, va mejor limón)
- 70 g de cacao puro en polvo o una cantidad equivalente de chocolate negro fundido.
- 1 cucharada de queso crema (optativo)
- Preparación
Hemos seguido el sistema clásico en el oren que están los ingredientes, es decir que empezamos batiendo la mantequilla, a temperatura ambiente, con el azúcar hasta formar algo parecido a una crema. Añadimos los huevos uno a uno, batiendo tras cada incorporación. Añadimos la vainilla.
Por otro lado, mezclamos (o tamizamos) las harinas, la levadura y el bicarbonato en un bol. Añadimos la sal y mezclamos.
Ahora vamos incorporando la mezcla seca sobre la cremosa, alternando la incorporación de harinas con la taza de buttermilk. Acabaremos con las harinas.
Ahora separamos la mitad de la masa y en una de las mitades añadiremos el cacao, que previamente habremos diluido lo mejor posible en unas cucharadas de la propia masa y en el queso cremoso (pero aparte).
Engrasamos y enharinamos un molde (nosotros utilizamos uno de tipo Bundtcake, de silicona) y vertemos ambas masas por partes. Nosotros lo hicimos en dos capas, primero la clara y luego la chocolateada, para después mezclar parcialmente y de forma un poco caótica con un cuchillo. NO tiene que mezclarse y ser un bizcocho marrón, sino sólo hacerlo por partes. Otra opción es añadir las masas a cucharadas o en dos chorros a la vez con ayuda de alguien.
Se mete al horno a 180º-190ºC con calor por abajo primero (unos 10 o 15 minutos) y después por arriba y abajo hasta que se termine. Se puede usar la típica prueba del palillo, que salga limpio al pinchar. ¡Y listo!
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